lunes, 14 de febrero de 2011

De carcelero a ejecutor

Con la durísima historia de Benito Rodriguez Perez, soldado franquista y carcelero en San Pedro de Cardeña, nos podemos hacer una idea de las ejecuciones que hubo en el frente de Aragón en mayo y abril de 1938. Da la casualidad que salió de San Pedro, para combatir con los brigadistas que unos meses más tarde, con suerte, acabarían en San Pedro. Ya Carl Geiser nos da las primeras cifras, en los Lincolns, de los 158 capturados en la primera quincena de abril solo sobrevivieron 59, que fueron trasladados a San Pedro. La mayoría de los que sobrevivieron a la ejecuciones fueron capturados por soldados Italianos. Muy interesados en usar a los brigadistas, como moneda de cambio para liberar a los soldados de Mussolini en manos de la República. Y eso que la orden de Franco a primeros de abril de trasladar a San Pedro a todos los brigadistas internacionales capturados, había llegado al frente. El porcentaje de ejecuciones fue mucho más alto, que tras la retirada de Belchite. La mayoría de los capturados por la 1ªDivisión Navarra, como narra Benito, fueron ejecutados sin juicio o tan siquiera sin presentarlos a sus comandantes.



El soldado Benito, quinto por la derecha. Había salido con "sesenta el 16 de enero de 1938 de San Pedro de Cardeña, donde habíamos prestado servicio en el Destacamento Militar del Campo de Concentración de Prisioneros de Guerra. Dos días estuvimos en Burgos antes de salir para el frente de Teruel. Aquella mañana del 18, los periódicos anunciaban con grandes titulares la toma al asalto del Alto de Celadas y del Muletón, posiciones estratégicas que rodean a Teruel. A las pocas horas tomábamos el tren hacia Calatayud en dirección al frente. Estabamos destinados al 2º Batallón del Regtº Infª San Marcial nº 22, agregado a la 1ª División de Navarra, la más famosa de todo el ejército de Franco. El batallón había sufrido muchas bajas y había que cubrirlas. Nosotros éramos la primera remesa."

La 1ª División de Navarra, comandada por el requeté Rafael García Valiño, cita en su diario de operaciones que durante el día 2 y 3 de abril hubo muchos muertos y prisioneros republicanos. En la carretera de Villalva a Gandesa. Fue una unidad militar compuesta principalmente por milicias requetes y de falange(una de Burgos), tabor de regulares de Ceuta, Tetuan, Larache y Alhucemas, dos banderas de la Legión. Podemos decir, que lo mejor de cada casa. Unidades que desconocían la Convención de Ginebra de 1929, porque nunca se la enseñaron. Continuo con la historia de Benito, en torno al 11 de marzo, unos días después de la toma de Alcañiz.

"Alcañiz es una importante ciudad de la provincia de Teruel. Sus calles asfaltadas, sus edificios modernos y tiendas bien dispuestas, le dan aspecto de capital. El castillo, que se alza sobre un cerro en la margen derecha del río Guadalope nos habla de la importancia histórica de Alcañiz y de las batallas que a su alrededor se libraron para la posesión de punto tan estratégico. Para entrar en la ciudad por la carretera de Zaragoza hay que pasar por el puente de piedra sobre el Guadalope que conduce a la calle principal. Lo que más nos sorprendió fué que no estuviese interrumpido el alumbrado eléctrico en las casas. Eso contribuyó a aumentar el saqueo. Y puedo asegurar que no quedó rincón por registrar. El que sólo cargaba con un par de gallinas o conejos o alguna chuchería sin importancia se le compadecía. Había quien llevaba un saco tan repleto, que tenía que detenerse a descansar de trecho en trecho vencido por la carga; otro acarreaba sobre sus hombros una caja de botellas de Champagne, de cerveza, de vino o de otras clases de bebidas y bajaba por la calle sudando como un mozo de cuerda. Todas las tiendas se llenaban de gente, que se renovaba cada pocos minutos y de donde se extraían los objetos más inverosímiles. Sobre el asfalto de la calle se tropezaba a cada paso con sillas rotas, bancos y mesas desvencijados, pucheros, papeles, botellas, en confusa mezcolanza. La confusión, la suciedad y la rapiña abundaban en un mismo afán, y con la misma naturalidad se bebía un trago de vino en plena calle que se aporreaba una puerta que se desplomaba hecha astillas. Legionarios de la 5ª y 7ª Banderas, Moros de los Tabores de División, Requetés de Lácar y Montejurra, falangistas, soldados del 2º San Marcial y del 8º de América, todos ardíamos en los mismos deseos y procurábamos ser los primeros en todas partes, aunque después hubiese que salir por la chimenea, “arreados” por los que venían detrás. Todos deben saber, decíamos nosotros para disculparnos, que la 1ª División de Navarra sirve para pelear y....para otras cosas."


"Permanecimos allí día y medio y al cabo de este tiempo, por la carretera nos dirigimos a Caspe, que como casi todas las poblaciones conquistadas ofrecía las mismas huellas: muertos por el suelo, en las cunetas, en las huertas, al pie de las casas; ropas sucias, fusiles abandonados, cañones destrozados y mil objetos diversos y de difícil clasificación. De los muertos, algunos pertenecieron a las Brigadas Internacionales y certifico que no se levantarán más ni empuñarán armas homicidas."



"Creo que fué el día 24 de marzo cuando se reanudó la ofensiva, dando comienzo la preparación artillera para el paso del Guadalope. Los rojos permanecían firmes, a pesar del diluvio que les caía encima y dos días fueron precisos para hacerles entrar en razón. Acudió “La Cadena”, formada unas veces por 6 y otras por 10 aviones biplanos pequeños. Los rojos les tiraban con ametralladora antiaérea. Dos aviones cayeron incendiados en las líneas enemigas y de sus ruinas se elevaban llamas obscuras que duraron largo tiempo. Primero pasaron los tanques, seguidos por las tropas de choque, legionarios y moros que entraron al asalto. Dos tanques fueron puestos fuera de combate, pero no por eso disminuyó el ímpetu de los atacantes. Los rojos, antes que se les echara encima los carros de combate, salieron de sus trincheras y esa fué su perdición. Todos cuantos salían eran derribados por su fuego, cayendo a tierra con terribles contorsiones. Las tropas rojas se componían de tres Brigadas Mixtas de españoles y extranjeros, que quedaron diseminados por el campo heridos o muertos. Los que eran hechos prisioneros se les fusilaba inmediatamente, aumentando la magnitud de la catástrofe. Un francés que quiso salir de una trinchera y que se había rezagado, fué divisado por unos moros que la emprendieron a pedradas con él, quien dando tumbos fué corriendo por la trinchera hasta que no se le vió más, y a juzgar por los gritos de alegría de los moros había quedado sin vida. Todavía continuaron echando piedras hasta que les ordenaron proseguir la marcha. Otro extranjero que había permanecido escondido en el hueco de una peña fué visto por unos legionarios y cuando no tuvo más remedio que salir la emprendieron a tiros con él, derribándole sin vida en un campo de trigo.

A media tarde del día 26 pasamos nosotros el río, llegándonos el agua a la cintura, siendo saludados por la artillería enemiga, que intentaba cortar el avance y desarticularnos del resto de la División. Atravesando campos de trigo ocupamos las posiciones que habían sido rojas. En su huída lo habían abandonado todo, los más hasta la vida. Periódicos franceses como “L’Humanité”, o belgas como “Le Peuple” de Bruselas, cartas en francés, inglés u otros idiomas, cubiertos de polvo o de sangre, pisoteados por unos y por otros. El terreno cosido a cañonazos y los nidos de las ametralladoras y los pequeños refugios deteriorados por la metralla. Y cadáveres por todas partes en las posturas más inverosímiles, con los ojos abiertos clavados en el inmenso azul o en las matas de verde trigo o en las peñas áridas. Abrazados en el adiós de la muerte al pie de las trincheras o en los refugios de las peñaso tumbados en un charco de sangre con las manos abiertas y los dedos lacios o crispadas y duras como en una protesta sorda que no ha de encontrar eco. Caras de españoles y de extranjeros que en tierras de España se ensombrecieron para siempre porque no pudieron hacer frente al impulso del más fuerte."

"30 de marzo.......Al atardecer se deja oir por la derecha un violento cañoneo; son los italianos que vienen en nuestro auxilio. El resto de nuestra División avanza por el centro y por la izquierda, y nosotros empujamos para romper o debilitar el cerco. Los rojos se entregan a centenares, españoles y extranjeros de los Batallones André Marty, Lincoln, Garibaldi y otros. Convenientemente separados, los españoles son llevados a retaguardia y los extranjeros fusilados. Se encuentran montones de cadáveres por todas partes, corriendo la sangre abundantemente. Son tipos rubios de los países escandinavos o de América del Norte, franceses de París o del Mediodía, belgas, luxemburgueses, polacos, etc, de todas partes menos rusos. Todos cosidos a balazos, con las cabezas reventadas y los sesos fuera, que manchan su cara inmóvil y sus ropas, produciendo un espectáculo repugnante en extremo. Algunos son atados y en hilera van cayendo uno detrás de otro sin proferir un gemido. Por las cunetas de la carretera se cuentan por centenares, impregnando el ambiente de un olor a sangre y a cuerpo muerto inconfundible. En mala hora abandonaron su patria, su familia, sus quehaceres. Quisieron correr aventuras y sellaron con su muerte la renuncia definitiva al regreso a la patria que les vió nacer. El oro que hizo brillar sus ojos de codicia tenía color de sangre, que ellos cegados por la pasión no supieron apreciar hasta que llegó la hora de rendir cuentas y el oro no les sirvió de nada: únicamente la sangre es la que contaba y derramaron hasta la última gota.Los últimos cayeron junto a las tapias del cementerio de Gandesa la tarde del lº de abril, cuando ya el día declinaba y las sombras de la Sierra de Pandols se proyectaban sobre Gandesa."

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